¿Qué es lo estético?
Antes de considerar las cuestiones estéticas que se plantean en la filosofía del arte, deberíamos analizar esta otra: ¿Qué es contemplar (escuchar, etc.) algo estéticamente? ; Porque, si se carece de la experiencia de objetos estéticos, ninguna de las otras cuestiones podría plantearse. ¿Hay una forma estética de contemplar las cosas? y, en caso afirmativo, ¿qué es lo que la distingue de otras formas de experimentarlas? Sobre esto se han dado posturas muy dispares, habitualmente interferidas, pero que pueden distinguirse.
También es aquello en que se enfatiza en resaltar los tonos físicos, en diversos formas y colores para la presentación final de un proyecto, ya sea sobre una persona cosa o animal. Siempre buscando deslumbrar o dar a expresar algo, no necesariamente tiene que ser algo siempre bello. Digamos, en las películas de terror se preocupan por la estética de las coreografías, para resaltar un toque especial, como Freddy Cruger. En una casa los decoradores se preocupan de como una casa va a lucir dándole tonos de luz y colores por todos lados, buscando una estética paralela a la estructura de la casa. Ahora, un salón de belleza llamado también "estética", que hacen ahí?, buscan darle un realce personal a las personas , y si dejando a unas muy bellas , pero eso si en todo lo que mencione , solo superficialmente.
¿Existe alguna relación entre el gusto y conocimiento?
Si, el conocimiento es la esencia del saber es, por una parte, el estado de quien conoce o sabe algo, y por otro lado, los contenidos sabidos o conocidos que forman parte del patrimonio cultural de la Humanidad y gusto se constituye el más débil de los sentidos, está unido al olfato, vista y tacto. Y unidos estos dos gustos y conocimiento, es la ciencia de saber apreciar y describir lo que vemos, sentimos y oímos.
aunque No hay pues posible definición evaluativa que pueda ser válida, lo que, en cualquier caso, no ha impedido que existan disciplinas como la Filosofía del Arte y la Estética (o la misma Teoría del Arte) en las que surgen constantemente nuevos planteamientos teóricos acerca de ese término que no saben definir. Muy probablemente porque no pueda definirse. Ni ha impedido que siga existiendo esa otra disciplina, la Crítica del Arte, que a través del verbo se hace cargo del producto mismo de esa productiva indefinición. Ni ha impedido que por todo ello se multipliquen de forma inusitada todo tipo de textos –no necesariamente teóricos- que se publican regularmente en revistas especializadas -o no-, suplementos culturales, catálogos y libros que hablan de él, del Arte, con una complaciente y apabullante convicción. Ni ha impedido, sobre todo, que nos encontremos paulatinamente con más y más objetos que se nos presentan y muestran en su nombre, el del Arte. Objetos que representan con asertividad lo que no puede definirse. Objetos que además se presentan, indefectiblemente, con la obscenidad típica del que exige ser reconocido en su estatus.
Así pues: ante una Obra de Arte homologada por la Historia del Arte, es decir, consagrada, existen por una parte los espectadores, que a su vez pueden ser de dos tipos, los que gustan de esa Obra (de sus líneas y manchas) y los que ante esa Obra se sienten desconcertados (y hasta insultados). Y por otra parte están los críticos (expertos), que son quienes atribuyen significados a las Obras de Arte. De los primeros sólo puede decirse que poco o nada tienen que ver con el devenir del Arte: gustar o no gustar de las Obras de Arte concretas es perfectamente irrelevante para quienes, por poder atribuir significados a esas Obras (los expertos), deciden qué es lo que exige admiración y por qué. Esto es, como la grandeza de los cuadros de Pollock no depende de que gusten o desconcierten a alguien (a los posibles espectadores), lo que hay que saber es que: “a pesar (o quizá a causa) de su aparente abstracción, mantiene la capacidad de simbolizar la experiencia cambiante de la vida contemporánea”. Aunque no entendamos bien qué significa eso de la “aparente abstracción”. Y aunque no entendamos qué significa eso de que la “aparente abstracción, mantiene la capacidad de simbolizar la experiencia cambiante de la vida contemporánea”.
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